Renny Ottolina, nacido en Valencia, estado Carabobo, el 11 de diciembre de 1928, alcanzó la fama en la televisión en los años 50 gracias a programas como Renny presenta y El show de Renny, primero en la hoy desaparecida Televisión Nacional y luego en Radio Caracas Televisión (RCTV), planta en la cual logró ocupar altos cargos directivos.
Sin embargo, conforme pasó el tiempo, se convirtió en un fuerte crítico de la programación en la pequeña pantalla venezolana, y luego de su retiro frente a las cámaras, en 1978 decidió lanzarse al ruedo político como candidato a la Presidencia.
«Venezuela, con todo su hierro y todo su petróleo, nunca valdrá más que sus habitantes», fue una de las frases más célebres del animador.
Con gran aceptación popular y un fuerte renombre en todo el país, Ottolina fue uno de los aspirantes más fuertes a la primera magistratura para el período 1979-1984, pero en un viaje a la isla de Margarita sufrió un accidente aéreo, de dudoso origen, que acabó con su vida y la de sus acompañantes.
Anualmente las preguntas se repiten y quedan en el aire. ¿Qué pasó ese 16 de marzo de 1978 entre las 5:15 y las 6:00 de la tarde en la avioneta Cessna 310, matriculada con las siglas YV-1019-P? A bordo iba un candidato presidencial que ya ostentaba la jerarquía de ser el locutor y presentador más popular de Venezuela, con una posición crítica frente a los medios de comunicación que tan bien conocía, y al gobierno de turno.Todo sigue en el aire…
Los hechos
“Transcurría la tarde de aquel jueves 16 de marzo de 1978 y él, junto con sus colaboradores más inmediatos, viajaba por la autopista Caracas-La Guaira, rumbo al Aeropuerto de Maiquetía. El sol vespertino, tímidamente se colaba por los cristales del auto donde iba Renny Ottolina.
Mientras se consumía la distancia y transcurría el tiempo que lo alejaba de lo terrenal, quizás por su mente desfilaban los momentos más felices y dulces compartidos con su familia. Pero súbitamente se encontraba con la realidad… dentro de poco estaría en la isla de Margarita y aprovechaba para poner en orden algunas ideas a exponer en el foro con los ejecutivos de la isla.
Había llegado al aeropuerto y junto con sus acompañantes se dirigió al hangar de Taven, situado en un extremo del terminal aéreo, donde Carlos Olavarría desde hacía rato los esperaba. No había tiempo que perder, el foro estaba pautado para las 8 de la noche y, por eso, luego de los saludos y despedidas abordan la aeronave Renny Ottolina, Luis Duque, Ciro Medina, César Oropeza y Carlos Olavarría, éste último el piloto de la avioneta Cessna 310, matriculada con las siglas YV-1019-P.
En Porlamar se advertía un gran entusiasmo por la visita de Renny. Desde tempranas horas de la tarde, una multitud de personas esperaba en el Aeropuerto “Santiago Mariño”, donde se estimaba que llegaría aproximadamente a las 6:30 de la tarde.
Era entre las 5:15 de la tarde. Renny estaba feliz y optimista. Aquella idea, que hacía tanto tiempo había germinado con él en una angustiosa búsqueda por la identidad e integridad nacional, estaba dejando de ser una ilusión para ser una realidad en marcha.
Ya en el aire, a dos minutos de haber despegado, el piloto Olavarría se comunica con la torre de control. La voz del capitán de la nave era normal, los motores sonaban acoplados, los ocupantes de la avioneta optimistas. Seguramente bromeaban, pero de pronto, en un instante, un nuevo mundo… la eternidad. Renny y sus compañeros en apenas un segundo habían traspasado las barreras del tiempo.
Eran las 6 de la tarde… sus asiduos oyentes se preparaban a escuchar por Radio Aeropuerto el programa “Venezuela despierta con Renny Ottolina” (que había dejado grabado). Debido quizás a lo polémico y controversial ante el micrófono, más ahora que era precandidato presidencial y con el antecedente del cierre por parte del Ejecutivo Nacional de su anterior programa “Renny en su radio”.
Mientras, en el Aeropuerto de Porlamar la emoción crecía. En el Hotel Concorde, lugar donde se iba a realizar el foro, todo estaba preparado. Aunque Renny tenía previsto regresar a Caracas al día siguiente, pues ese fin de semana tenía acordado ir a Miami, para ver a sus hijas en el asueto de la Semana Santa recién iniciada.
Transcurría el tiempo… Eran las 6:55 de la tarde y, en vista de que el piloto Olavarría no se había reportado en el sitio indicado, el Centro de Aproximación y Control de Maiquetía (ATC) procedió a declarar la avioneta en emergencia. La noticia rápidamente recorrió la geografía nacional.
En fuentes aeronáuticas comenzaron a circular diversas informaciones, entre las cuales había una que indicaba que la avioneta había desaparecido del control de la pantalla del radar antes del límite de 60 millas de cobertura del sistema. Otra versión señalaba que el plan de vuelo que había utilizado el piloto Olavarría era visual.
Diversas versiones coincidían en mencionar que dos pilotos que volaron por esa ruta entre las 8 y 10 de la noche (uno en un Avro de Aeropostal y el otro en un DC-9 de Viasa), aquel jueves 16 de marzo, habían recibido una señal de radio-impacto mar adentro, al norte de Cabo Codera. Esto indudablemente hizo pensar en la posibilidad de que la avioneta había caído al mar.
Esa noche, por instrucción presidencial, dos aviones, un helicóptero y cuatro lanchas de la Guardia Nacional iniciaron la búsqueda. Versiones extraoficiales comenzaron a tener repercusión en todo el ámbito nacional.
Durante cuatro días, la desaparición de Renny fue noticia de primera página, al punto de opacar la visita del príncipe Carlos de Inglaterra, que por aquellos días estaba en el país.
El lunes 20 de marzo, a las 4 de la tarde aproximadamente, mientras realizaban un recorrido en helicóptero de las FAC luego de haber sobrevolado la zona hasta la playa de La Sabana, en dirección este-oeste, Alfredo Anzola -miembro del Movimiento de Integridad Nacional (MIN)- pudo observar entre la tupida vegetación los escombros de la avioneta, exactamente 8 kilómetros al sur de Tanaguarena, en la meseta del cerro Las Mercedes, en un sector llamado el “Farallón de los Indios”, a 20 kilómetros del Aeropuerto de Maiquetía.
Esa misma noche, miembros de grupos de rescate, de la directiva del MIN y del grupo GATO de la PTJ, ascendieron y lograron llegar al sitio del siniestro, pero a los periodistas se les negó el acceso. (El grupo GATO se creó en 1977 para apoyar a la PTJ en secuestros de personas y aeronaves, pero sólo tuvo una actuación pública: el rescate de la avioneta de Renny. Luego, cuando algunos de sus integrantes se vieron supuestamente incursos en el asesinato del abogado Ramón Carmona, fue disuelto tan calladamente como empezó).
Al día siguiente, antes de ser trasladados los cadáveres a la Medicatura Forense de Caracas, Manuel Molina Gásperi, director de la PTJ para ese entonces, ofreció las siguientes declaraciones: “…He dirigido en forma personal el rescate, en virtud de ciertas características que requerían una atención más apropiada, mayor que la inicial (…) terminamos por comprobar lo que pasó: un accidente de aviación (…) está totalmente descartada la posibilidad de sabotaje”… Así finalizaron cuatro días de esperanzas, esa misma esperanza que mantuvieron millares de venezolanos que lo admiraron”.
Extracto del último programa de Renny Ottolina en TV